lunes, 1 de octubre de 2018

Me hice vegana en la Argentina porque quiero llamar tu atención por Yamila Trautman


Siempre que me preguntan las razones que hace más de 14 años me llevaron a tomar la decisión de ser vegetariana -y luego vegana- digo lo mismo: "Quería llamar la atención". Los curiosos y los inquisidores momentáneos suelen reír ante mi respuesta porque evidentemente cada vez que el tema surge en las charlas (el 83% de los almuerzos laborales giran en torno a la cuestión, profundizada por mi no tan reciente paso al veganismo, por ejemplo) de alguna manera estoy llamando y recibiendo toda su atención. En ese primer sentido banal y social, la conversión fue un éxito. Y en muchos otros aspectos que luego pasaré a detallar, también. Pero, claro, decidir ser vegetariana en la Argentina a principios del milenio no fue fácil. Y qué mejor momento para exponerlas que hoy, el Día Internacional del Vegetarianismo.

 Afuera, la lucha iba a ser más dura. Aún hoy, ser vegetariano y vegano en el país del asado, es para la gran mayoría un sacrilegio; y a pesar de que pasó más de una década desde mi decisión, tengo que enfrentarme a frases como estas en algunos restaurantes y comedores: "Igual pescado sí comés, ¿no?", "Te traigo una tarta de pollo", "Pero hay ensalada césar.", y así. Y ni hablar de aquellos que, preocupados por lo que piensan es un camino inexorable hacia la desnutrición, quieren intervenir en tu dieta: "Necesitás la carne para tener energía, nena", "El pescado hace muy bien", y así, así. Es verdad, igual, que en aquel primer momento había que explicar mucho más: no como ningún tipo de carne, señor, ni roja, ni blanca ni nada, le agradezco mucho su interés en mi salud pero no. Ahora, incluso en 2018, explicar el veganismo en Argentina por momentos es como defender el ateísmo desde el interior de una iglesia ortodoxa.

El abandono de los comodines 

El desconocimiento generalizado me obligó a investigar las opciones para poder reemplazar el trozo de carne de cada día por mi cuenta y al dejar el hogar familiar tuve que aprender a defenderme en la cocina. Por suerte, contaba con dos compañeros de la secundaria que habían nacido vegetarianos (en seno familiar vegetariano, lo que no quitaba que a la salida del colegio se clavaran un combo completo como si no hubiera un mañana en el local de comida rápida más cercano) y eso me aproximó bastante a la información, durante los años en los que la oferta en la Internet era mucho más limitada. Además, debido a una enfermedad congénita -trombocitosis o trombocitemia esencial-, el asiduo chequeo hematológico me permitió evitar la anemia. Así supe también que la reserva de complejo vitamínico B12, el único que solo se obtiene de manera natural a través de la carne, duraría por unos diez años después de los cuales debería empezar a tomar algún suplemento. Aunque no puedo recordar con exactitud cómo mi cuerpo se adaptó al vegetarianismo -sí sé que al principio nada me saciaba tan fácil-, aproximadamente una década más tarde, acaso gracias a esa decisión (o no, la ciencia aún no pudo determinar las causas de su aparición ni de su involución), aquella patología sanguínea se revirtió.

Durante los primeros años, debo admitir que el delivery fue mi gran amigo. Pizza, empanadas, comida china: hasta que me hice más consciente y logré hacerme del tiempo necesario, practiqué este vegetarianismo "trash". Las picadas, los sándwiches improvisados, y algunas tartas fueron la base de mi alimentación mucho tiempo. Sobreviví para contarlo (ahora casi ni consumo procesados) y sin saber que finalmente tomaría la decisión extrema que me alejaría de los dos elementos estrella, los comodines siempre presentes de la dieta de cualquier vegetariano: el queso y el huevo. Un buen día, hace casi un año ya, también dejé los lácteos y los derivados de los animales y la lucha ascendió a otro nivel. Ni me gasto en transcribir acá las reacciones. Lo cierto es que el desconocimiento acerca de lo que conlleva el veganismo, sus principios teóricos y los requerimientos prácticos, es generalizado y la apertura mental hacia los argumentos mucho menor. Pero nunca fui fundamentalista (puedo hasta cocinar carne para otros sin problema) y nunca dejé que la opinión externa permeara mi decisión (mentira: una vez en Chile una moza obstinada no quiso escuchar y me trajo un filete de reineta que terminé comiendo con algo de placer y muy poca culpa, sabrán perdonar).

Más allá de las justificaciones, ser vegano hoy y acá implica dar pequeñas batallas diarias, reafirmar la decisión en cada comida, en cada reunión, ante cada una de las miradas desconfiadas o los empecinamientos ridículos en hacerte caer adentro de ese pedacito de chocotorta o porción de muzza. Es verdad que los años y la globalización transformaron el panorama social y comercial.

Hoy no es tan raro ser vegetariano o vegano, al menos en Buenos Aires, hoy la gran mayoría de los bares y restaurantes incluyen una opción en sus menúes y hoy las dietéticas y algunos supermercados ofrecen todas las hamburguesas, las leches vegetales y los cereales y semillas necesarias para tener una dieta variada y completa. Hoy las redes sociales bombardean con recetas y consejos nutricionales y las biografías en los perfiles de tantos influencers explicitan su forma de alimentarse.

Pero ser vegetariano o vegano hoy y acá sigue implicando un esfuerzo y quizás, si no se compara y se dedica tiempo a la investigación, algunos pesos más. Mis decisiones siempre se basaron principalmente en los gustos y en esa necesidad primaria de ser el centro de la conversación. Pero al conocer las repercusiones ambientales (sí, me vi todos los documentales de Netflix: What The Health, Food Choices, Cowspiracy, esos), las reafirmé. Ya dije que no soy fundamentalista así que no voy a transcribir acá los datos del impacto de la industria ganadera y sus derivados en el planeta. Cada uno sabrá.

Yo sé que hace un año que soy vegana, más de 14 que soy vegetariana y soy feliz por todo lo detallado y porque logré mi principal cometido: captar su atención, al menos hasta el final de esta nota.

Publicado en LA NACION - 1 de octubre 2018

Día del Vegetarianismo



El Día Mundial del Vegetarianismo es un evento anual que se lleva a cabo el 1 de octubre en todo el mundo.

En 1977 la Sociedad Vegetariana de Norteamericana estableció esta celebración (World Vegetarian Day) y en 1978 fue ratificada por la Unión Vegetariana Internacional, para promover los beneficios de la alimentación vegetariana y el respeto a los animales.

El Día Mundial del Vegetarianismo inicia el mes de octubre como el "Mes de la Conciencia Vegetariana", que finaliza el 1 de noviembre con el Día mundial del veganismo.

También inicia la Semana Vegetariana (World Vegetarian Week​ (WVW)) que coincide con los primeros siete días de octubre de cada año, periodo en el cual los seguidores se comprometen a no comer carne ni pescado y promover el estilo de vida vegetariano.


martes, 8 de noviembre de 2016

Revelan las atrocidades de un matadero francés (video)

El trabajador, de nacionalidad española, advirtió sobre la crueldad con la que tratan a los animales: "Matamos vacas preñadas, vemos pasar el útero hacia la basura". El caso llegó a la justicia. 

 Mauricio García-Pereira es un español que trabaja desde hace siete años en el matadero de la ciudad francesa de Limoges. Allí vive a diario una gran cantidad de atrocidades que decidió denunciar. 

"Todos los días, al menos, 50 veces por semana, matamos a vacas preñadas. Vemos pasar el útero hacia la basura. ¿Cómo se puede matar a los terneros? Esto es abominable", describió ante el portal 'Le Monde'.

 Sus denuncias quedaron plasmadas en un video que narra el quehacer diario en el matadero público de Limoges. Advertencia: el siguiente video puede herir la sensibilidad de algunas personas.


 


Ante esta situación, el director internacional de Igualdad Animal, Javier Moreno, aseguró que los mataderos son "uno de los lugares más crueles del planeta".

Por su parte, la asociación protectora de animales L214, de origen francés, denunció lo sucedido en Limoges antes la Corte Suprema de Justicia del distrito, a la vez que aseguró "incumplen la normativa europea", ya que sacrifican ovejas, vacas y cerdos "mientras aún están conscientes".

 "Las infracciones y la crueldad en los mataderos franceses se siguen produciendo", denunciaron, pese a que una investigación del año pasado derivó en la "clausura de uno" de estos sitios. "Esta nueva investigación muestra, una vez más, el infierno que la industria cárnica oculta a los consumidores", finalizaron.


 Fuente: RT Actualidad

viernes, 29 de enero de 2016

Los ingredientes de los alimentos procesados que pueden ser muy dañinos

Los aditivos que poseen muchos productos resultarán perjudiciales a la hora de encarar una dieta sana.

¿Qué es más sano? ¿Qué conviene comer? Para tener en cuenta, muchos alimentos tienen entre sus ingredientes algunos secretos que pueden ser muy útiles para incorporarlos o eliminarlos de una dieta sin necesidad de experimentarlos. Revisar las etiquetas y analizar los ingredientes de cada alimento será clave para mantener una dieta que sea saludable para el organismo.

"Es fundamental mirar los ingredientes y la calidad de ellos", dijo la nutricionista Haylie Pomroy, autora de Fast Metabolism Food Rx, quien enumeró una serie de ingredientes que pueden resultar perjudiciales a la hora de encarar una dieta sana.
Néctar de agave
Encontrado en los saquitos de té, granola y helado embotellado, este edulcorante es natural, pero eso no significa que sea saludable. "Puede tener fructosa de más –lo que aumenta el azúcar en la sangre- y puede servir como un catalizador para el aumento de peso y la diabetes", explicó Pomroy.
La maltodextrina
Normalmente derivado del maíz, este aditivo se utiliza para espesar todo, desde galletitas hasta la salsa de tomate. "Hay científicos que creen que sus propiedades adictivas intensifican la ansiedad", aclaró Pomroy.
Azodicarbonamida
Este agente de harina de blanqueo se utiliza para hacer pan suave, pero, en forma preocupante, también se utiliza para hacer lo mismo con los productos de caucho como las colchonetas de gimnasio o las ojotas
Australia y el Reino Unido han prohibido el uso de este producto químico en los alimentos, ya que puede -potencialmente- inducir reacciones alérgicas y el asma.
Aislado de proteína de soja
Se utiliza en cereales para el desayuno y barras de granola. Este derivado de la planta de soja posee una gran cantidad de proteínas. Es rica en isoflavonas y eso es un problema, ya que este compuesto puede promover el cáncer de mama cuando se lo consume en dosis elevadas. "Comer cantidades moderadas está bien", dijo Pomroy.
Dióxido de titanio
Se utiliza para blanquear los dulces o prevenir el apelmazamiento. Este producto, por sus elevadas cantidades de las nanopartículas en el producto químico, podría ser potencialmente dañino.
"Mucha gente cree que es una neurotoxina", contó Pomroy. El Centro Canadiense para la Salud y Seguridad en el Trabajo también enumera la sustancia química como un potencial cancerígeno humano.

Bromato de potasio
Está prohibido por la Unión Europea, Canadá y Brasil, pero todavía se encuentra libre en Argentina y otros países como Estados Unidos. Por lo general se encuentra en el pan, aunque el aditivo -que blanquea la pasta y le da una textura elástica- se encuentra fuera de los panes. Cualquier cantidad restante es potencialmente cancerígena.

Los permitidos

Castoreum
Este aditivo se encuentra en el yogur con sabor, helados y dulces. Es un saborizante natural seguro y su olor y sabor puede variar desde vainilla a miel de fresa.
Xilitol
Este edulcorante natural -común en el chicle sin azúcar- "es peligroso para los perros, pero seguro para los humanos", dice Pomroy. A pesar de que no contiene fructosa, lo mejor es limitar el consumo, ya que puede provocar problemas estomacales si se ingieren en grandes cantidades.

Fuente: Infobae

lunes, 1 de junio de 2015

Leche: El mito del Calcio ¿Realmente la necesitamos?



¿A quien le pertenece la leche de mama vaca?

La leche es una secreción glandular característica de todos los mamíferos. Los mamíferos son un orden de animales cuyas hembras poseen unas glándulas especiales (mamas) destinadas a alimentar a sus crías en las primeras etapas de su vida. Una vez que la cría alcanza un desarrollo suficiente para alimentarse de manera autónoma, la leche es abandonada y jamás vuelve a ser utilizada en la edad adulta.

El ser humano es el único mamífero que infringe esta norma: continua consumiendo leche durante toda su vida, y con el agravante de tratarse de leche de otras especies.
En este sentido, la mayoría de los niños pierden, a medida que crecen, la enzima que permite digerir la lactosa de la leche, como parte natural de su desarrollo coincidiendo con el destete.

viernes, 23 de enero de 2015

Un laboratorio de EE.UU. tortura brutalmente a animales para vender su carne

Exempleados de un laboratorio dependiente del Departamento de Agricultura de EE.UU. denuncian que el centro infringe las normas federales en materia de bienestar animal y que se rige únicamente por el principio de 'el fin justifica los medios'.




El Centro de Investigación de Animales para Carne es una institución federal financiada con el dinero de los contribuyentes estadounidenses cuya misión es conseguir "chuletas de cordero más grandes, lomos de cerdo con menos grasa y filetes más tiernos". Para lograr sus fines recurre a técnicas barbáricas de cirugía y de cría que tienen consecuencias mortales para el ganado y rozan el maltrato animal, informa 'The New York Times'.

Después de que se desatara una fuerte polémica sobre las prácticas del centro se ha iniciado una campaña en línea para cerrarlo. En un solo día la petición ha reunido casi 9.000 firmas.

El laboratorio, situado en el sur de Nebraska, "se limita a preocuparse por el aumento de la producción animal y le trae sin cuidado el bienestar de los animales", contó al diario el científico y veterinario James Keen, que trabajó en el centro durante 24 años. Otro científico, Sherrill E. Echternkamp, que se jubiló del centro en 2013, explica que las actividades del laboratorio tienen como objetivo "alimentar a una población en rápido aumento, que alcanzará los 9.000 millones en 2050". "Ser capaces de alimentar a esta población tiene un precio", aseguró.

Pero en este caso el "precio" es horrible, indica el periódico. Gran parte de las investigaciones se han centrado en el aumento de la tasa de natalidad de los animales de granja hasta niveles anormalmente altos como método para incrementar la productividad. El centro logró que cerdas dieran a luz a hasta 14 lechones en un solo parto, en lugar de los ocho naturales por camada. Como resultado, cada año más de 10 millones de esos lechones, demasiado desnutridos o con dificultades para moverse, son aplastados por sus propias madres debido a la falta de espacio en sus recintos, escribe el medio.

Los experimentos genéticos del centro para crear vacas más fértiles que den a luz a dos crías a la vez provocan defectos monstruosos en los terneros, que con frecuencia mueren durante el parto. Además, el 95% de las terneras que nacían junto con otra cría macho tenían deformaciones y eran infértiles. Pero los animales que reciben el peor trato, según el diario, son las ovejas del centro, que participan en experimentos todavía más mortíferos, mueren de desnutrición y reciben inyecciones hormonales que provocan anomalías y cambios genéticos.


 23 de enero 2015 - RT Actualidad

viernes, 3 de octubre de 2014

Los hunza, un pueblo que no enferma ni envejece

Los habitantes del pueblo, conocido como el "oasis de la juventud", viven hasta los 110-120 años, casi nunca se enferman y tienen una apariencia joven.